Hacía frío. Pero qué va a hacer en una noche de octubre zaragozano. Además, tampoco se notaba mucho, rodeados de 40.000 personas. Luces azules, y sonó la intro, la de aquella película de Lynch. Nada más terminar, los primeros compases de las delicias. Dos siluetas en un fondo de agua, de estanque. “¡Son Enrique y Juan!”, se oía. Eran ellos.
Una a una, maravillaron a sus mejores fans con cada canción. Ya lo avisaron, que con motivo del vigésimo aniversario del primer disco, de la primera joya, no se olvidarían de él. Y así combinaron los temas de siempre con los de siempre jamás. Después del comienzo emotivo, no podía faltar la obligada del principio: “Deshacer el mundo”. Empezar porque sí y acabar... ¿no sé cuándo? Acabaron al cabo de dos horas y media de placer absoluto. De recuerdos y de presente. Aunque, a la hora de concierto, Enrique pidió cinco minutos de descanso. Habían comenzado al máximo, incluso habían descargado los temas más inesperados en una plataforma más cercana al público, pero el catarro de Bunbury no perdonó. El respetado, no sin miedo, se los concedió con un aplauso. Después de diez años, cinco minutos no eran nada.
Antes habíamos nadado mar adentro, roto la carta (“mil pedazos al viento nos separarán") y disfrutado del lirismo de la adaptación de la inmensa obra de Alejandro Casona: “Ésta se la saben todos ustedes. No me fallen, esto es 'La sirena varada'”. Después, algunos pidieron opio a la Pilarica. Otros nos conformábamos con el mayor estímulo, que es la Música.
A la vuelta, todavía habría mucho tiempo para más. Hasta para un desliz de la voz en “Maldito duente”, clásico absoluto que junto con el trillado “Entre dos tierras” hizo saltar a La Romareda. Como en el final de “No más lágrimas”, una apoteósis en toda regla. Estaban dando todo lo que tenían para ofrecer: dos décadas de maravillas. Y sin duda Zaragoza cumplía su papel: se lo entregaba todo, todo.
"¿Están preparados para la Avalancha?" Efectivamente, sí. Tras ello, el primer bis. Y digo primero porque luego se despedirían una vez más con la tercera bendecida. El momento más emotivo sin duda. Las luces de los mecheros del 96 y móviles del Próximo Milenio iluminaban todo un estadio que se rendía a la Leyenda. Aportaban la chispa adecuada para que ardiera... todo. Mientras se despedían, un montón de trozos de papel cubría al público, que hacía las de Enrique y todo lo que ha surgido de esa mandíbula tan especial.
Pero todavía quedarían “Tesoro”; las “Malas intenciones” y el grito unísono del “¡Uh, ah!”, y el más apropiado final. Con los brazos de la fiebre que aún abarcaban nuestras frentes, nos dijeron adiós.
Nadie podría haber pedido más de lo que nos dieron. Los Héroes habían vuelto.
00 Song to the Siren 01 El estanque 02 Deshacer el mundo 03 Mar adentro 04 La carta 05 Agosto 06 La sirena varada 07 Opio 08 La herida 09 Fuente esperanza 10 Apuesta por el rock and roll 11 Héroe de leyenda 12 Con nombre de guerra 13 No más lágrimas 14 Nuestros nombres 15 El mar no cesa 16 Entre dos tierras 17 Maldito duende 18 Iberia sumergida 19 Avalancha 20 Oración 21 Tumbas de sal 22 La chispa adecuada 23 Tesoro 24 Malas intenciones 25 En brazos de la fiebre
1 comentario:
cacabuete
(H)
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